26 sept 2008

Redefiniciones conceptuales y metodológicas del Taller Infantíl "Juanito Laguna"

16 de julio 2006

Las ideas que intentamos expresar en lo que sigue tienen que ver con redefiniciones conceptuales y metodólogicas surgidas de la reflexión sobre nuestras propias experiencias pedagógicas en la Biblioteca Popular “Juanito Laguna” con los niños de Villa Argüello (Berisso) en el taller infantil de los sábados. El ejercicio de explicitarlas es parte de la revisión de nuestros propios criterios de trabajo con los pibes y de la necesidad de compartir nuestros aprendizajes con aquellos que realicen tareas similares.
Para un mejor análisis dividimos las áreas de reflexión en dos: Por una lado, nos vimos en la necesidad de conceptualizar sobre las relaciones entre las tareas pedagógicas con niños y la militancia barrial. En segundo lugar, explicitaremos algunos criterios más vinculados a cuestiones metodólogicas y organizativas de los talleres.

Los talleres infantiles y la militancia barrial. Hacia la construcción de un nuevo modo de pensar sus relaciones.
Muchos son los grupos barriales que, con propósitos políticos – pedagógicos distintos y hasta opuestos y desde variadas instituciones (eclesiásticas, partidos políticos, ONG, organizaciones barriales), tienen sus primeros contactos con los vecinos desde “actividades educativas” para niños. Esto podría explicarse por la facilidad con la que las miradas y vocecitas infantiles suelen acercarse a las actividades que, desde apoyos escolares hasta actividades recreativas, las convocan.
Lo que nos preguntamos ahora es con qué propósitos suelen emprenderse estas acciones. ¿Se trataría de objetivos asistenciales que travestidos de “actividades educativas” no se alejan de la copa de leche? ¿O estamos hablando de visiones instrumentales y “adultocéntricas” del trabajo con niños que sólo pretenden utilizarlos como puente para ganarse la confianza del adulto padre o madre para hacer, ahora sí, trabajo territorial? Ni uno ni otro. Creemos que las tareas pedagógicas con niños enmarcadas en un trabajo barrial más amplio con verdaderas intenciones de transformar la realidad es una compleja tarea política en sí misma y no una excusa para acercarnos a su familia para ”liberarla” o “concientizarla”. Pero esta visión de las actividades educativas, lleva implícita una concepción de infancia: la niñez como una etapa de la vida en la que jugar, crear, leer y escribir pueden ser (y de hecho son) actividades que contienen determinados propósitos políticos e ideológicos, y por lo tanto se piensan, se planifican y se concretan también desde determinados propósitos políticos e ideológicos (conscientes o no).
Lo que queremos en definitiva es, por un lado contribuir a reflexionar sobre los propósitos y sentidos que guían nuestros talleres educativos para explicitarlos, revisarlos, descubrir las incongruencias entre nuestras prácticas y afiliaciones ideológicas, cuestionarlos, repensarlos, transformarlos o afirmarlos... Por otro lado y a partir del cuestionamiento de las prácticas “instrumentales” y “asistencialistas” del trabajo pedagógico con la infancia en los barrios, pretendemos contribuir en la construcción de un nuevo modo de pensar actividades para “aquellos locos bajitos”.
Queda para futuras reflexiones los cuestionamientos a la idea de niño como adulto en potencia o, en el caso nuestro, como futuro militante o cuadro político; ideas que creemos comparten muchos vicios con las actividades que cuestionamos y que nos alejan de esta empresa de construir un nuevo modo de pensar actividades para niños. Creo que esto último mucho tiene que ver con la naturaleza misma del acto educativo que lleva consigo siempre una proyección hacia el futuro. Pero hay que distinguir la proyección en los propósitos y objetivos de nuestro trabajo de aquella otra mirada hacia el futuro que realizamos en el sujeto sobre el que ejercemos nuestra intervención pedagógica.

Pensando, planificando y concretando nuestros talleres. Algunos criterios metodológicos y organizativos.
Resulta complejo, por los múltiples aspectos y sujetos que intervienen en la actividad pedagógica, cualquiera sea su grado de formalidad, ordenar las conclusiones para poder compartirlas. Por esto mismo decidimos agrupar las nuestras de acuerdo a dos criterios que atravesaron las ideas que construimos juntos en reuniones de planificación y evaluación y durante el desarrollo mismo de los talleres. Uno de estos criterios podría ser los momentos en los que se puede separar analíticamente una actividad educativa de esta naturaleza (planificación, puesta en marcha y evaluación). Por otro lado, es interesante compartir las conclusiones que obtuvimos pensando en los sujetos (talleristas y niños) que participan de cada jornada que llevamos a cabo.


Los momentos: Planificando, marchando y evaluando.
La planificación
Varios sábados de improvisación y desorganización (evitables) nos hicieron pensar en instalar un momento que supo ganarse su lugar y que merece que le dediquemos gran parte del tiempo y el esfuerzo en la organización de los talleres infantiles. Nosotros aprendimos que la planificación de la actividad es un momento importantísimo a la hora de emprender actividades educativas con niños en instancias de educación no formal. Pero pudimos distinguir dos niveles en esta planificación. Un primer nivel en el que pensamos en “el proyecto” al que pudimos definir como una modalidad compleja en la que diversos actividades se articulan para lograr un mismo propósito. Además su duración es relativamente larga (cuatro o cinco encuentros) y tiene como producto final algo palpable por los chicos, algo que hicieron juntos (lo que implica trabajo en equipo), requiere distribución de tareas a lo largo del tiempo, planificación de actividades y, lo que es más importante, está dotado de sentido social: tiene un para qué y un para quién. Es decir, la definición misma de proyecto nos llevó a pensar en estas cuestiones y arribar a las siguientes conclusiones:
- Los tiempos y la continuidad de nuestras propuestas: los talleres desconectados entre sí, sin un hilo conductor (eje temático u objetivo) que los una no tienen sentido. Hace perder tiempo, esfuerzos y ganas tanto a talleristas como a niños. Por este motivo decidimos trabajar con esta modalidad e implementar una secuencia de jornadas articuladas en torno a un objetivo común, y aquí viene la otra cuestión,
- Los objetivos y la producción final colectiva del proyecto: Aprendimos que todo proyecto debe concluir con una producción final que requirió el trabajo en equipo, la división de tareas, la planificación de tiempos, etc. Esta producción final puede consistir en una revista, un video, la grabación de un cassette, la puesta en escena de una obra de títeres...
- El tema de la definición de los objetivos merece especial atención. Al tratarse de una organización barrial con claras intenciones de realizar transformaciones en la realidad los objetivos que guíen las actividades y que se comuniquen a los chicos difícilmente podrán contener consignas competitivas e individualistas y menos aún basarse en recompensas materiales. Decidimos optar por motivaciones de naturaleza moral como el aprendizaje grupal, la cooperación entre compañeros, la solidaridad, es decir, valores que contribuyan a la formación de “niños y niñas nuevas”.
- El sentido de la producción final, el para qué y para quién: Después de varios dibujos, pinceladas, palabras y deletreos dedicados a nada y a nadie, decidimos probar con actividades con un sentido y un propósito social, significativas para los chicos y para nosotros. Y eso sólo se lograría escribiendo para alguien, leyendo en vos alta para el que no puede hacerlo por sí mismo, redactando como en un diario, relatando como en una radio... Es decir, realizando actividades culturales y sociales de verdad para gente de verdad.
- El lugar de la lectura y la escritura y el “giro copernicano” en nuestro trabajo: El para qué y el para quién nos hicieron pensar en los usos que en nuestros talleres veníamos haciendo de la lectura y la escritura. Esto vino como producto de la decisión de suspender el apoyo escolar que al comenzar con los talleres veníamos realizando. Este modo de trabajar mostraba contundentes señales de fracaso: a nosotros no nos convencía y los chicos no venían con intenciones de hacer tareas. Pensando en que la lectura y la escritura son herramientas indispensables y valiosísima era imposible descartarlas de nuestras actividades por eso, abandonamos las tareas escolares y, en consecuencia, la reproducción de los usos que la escuela suele hacer de la lectura y la escritura para empezar a incorporarlas pero desde el sentido anteriormente mencionado: leyendo y escribiendo para decir algo a alguien y como se hace en un diario, en una radio, en una carta, para informar, para conmover, para contar, para cantar, para quejarse, para compartir, para transformar o simplemente por placer...

Como afirmamos al comenzar, el proyecto correspondería a un primer nivel de planificación, más general y abarcativo. Pero ningún proyecto es tal sin varias actividades que se unen para concretarlo. La actividad de planificación requiere también pensar, en un segundo nivel, cada una de esas jornadas que se organizarán al servicio del objetivo último: la producción final colectiva. Y en este nivel tuvimos que hacernos las mismas preguntas pero con horizontes más cercanos: ¿hasta dónde llegaremos este sábado? ¿qué nos proponemos lograr? ¿cómo lo haremos? ¿con quiénes? ¿qué necesitamos para hacerlo? ¿en cuánto tiempo?...
Una parte que creemos que merece una especial atención es la distribución de los espacios físicos en los que planeamos nuestra actividad. Es importantísimo que cuando comencemos la actividad los lugares ya estén ordenados y en condiciones para recibir a nuestros pequeños. Cuando pensamos en espacios pensamos en la bibloteca pero también en la plaza, en la esquina y en otros sitios cotidianos que nos parece importante valorar como lugares a rescatar y apropiar. Creemos que en la relación barrio-biblioteca algo fundamental es ocupar los espacios públicos del barrio con los chicos y chicas haciendo actividades recreativas o culturales como funciones de títeres, murgas, etc. Es para nosotros una buena forma de mostrar el trabajo que hacemos, y para los chicos una buena forma de resignificar los espacios cotidianos.


2. Sobre la marcha...
Una vez pensado el proyecto, llega la etapa de poner en acto nuestras ideas. Aquí son cuatro los aspectos sobre los que pudimos reflexionar:
1- Nuevamente los espacios: Como lo afirmamos anteriormente, deben estar ordenados y distribuidos de antemano pensando en las actividades planeadas.
2- La presencia de todos los materiales es imprescindible. La falta de alguno de ellos puede hechar atrás mucho de lo planificado. Esto nos lleva a pensar en dos cuestiones que tienen que ver con los talleristas y los niños respectivamente. Con respecto a los primeros, como se trata de un grupo que se auto sustenta económicamente muchos de los materiales son aportados por los militantes, entonces es necesario la responsabilidad de los compañeros para que estén los recursos necesarios en tiempo y forma. En cuanto a los niños, insistimos en fomentar el cuidado de los útiles y materiales, el hecho de compartirlos y de que permanezcan en la biblioteca por mucho, mucho tiempo...
3- La correcta distribución de los tiempos es otro aspecto importante de la puesta en marcha del proyecto. Avanzar en la definición de etapas temporales en cada jornada es una tarea pendiente. La fijación de un momento para compartir juntos la merienda es un referente temporal a tener en cuenta que puede marcar el inicio de algunas actividades y la finalización de otras.
4- Por último, y con especial relevancia, la comunicación de las consignas a los chicos es una pieza clave en el funcionamiento del taller. En las consigas de nuestras propuestas comunicamos a dónde queremos llegar, cómo lo haremos, en cuántas etapas, cómo distribuiremos las tareas para hacerlo. Por experiencia aprendimos que cuando los propósitos de la actividad no están claros en casi imposible trabajar. Es bueno, darnos un momento al comenzar cada jornada para acordar qué haremos y cómo. El recurso del papelógrafo es muy útil para que queden “fijos” en un papel todos estos punto. Esto mucho tiene que ver con nuestro más ambicioso objetivos: Mostrarle a los chicos la “cocina” de las actividades que pensamos para ellos y que en futuras ocasiones sean los ellos mismos quienes las imiten, las resignifiquen o las desechen.


3. La evaluación
“...no es posible una práctica sin su pro­gramación~ que puede ser rehecha durante el proce­so permanente de su evaluación. Practicar implica programar y evaluar la práctica. Y la práctica de pro­gramar, que se prolonga en la de evaluar la práctica, es una práctica teórica.” (Freire, P., 1990) Estas mismas páginas nunca hubieran sido posible sin la herramienta de la evaluación: la evaluación sobre la marcha y la evaluación post – talleres. La primera, intuitiva, espontánea (a veces solitaria) pero reveladora de falencias o aciertos. La segunda, algo más pensada y sistemática y colectiva. Nuestras herramientas para realizarla son las crónicas de cada jornada, instrumento que creemos tiene varias ventajas: expresa las vivencias de los talleristas (tanto en los aspectos metodológicos como afectivos y perceptivos) y sirve de disparador para las reuniones de evaluación. Esas últimas son la segunda pieza fundamental. Constituyen el momento colectivo en el que intercambiamos nuestras ideas sobre la marcha de cada jornada, decidimos continuar, volver atrás, corregir detalles de las actividades, etc.

Los sujetos
El segundo eje sobre el que organizamos nuestras reflexiones tiene que ver con los sujetos que se desenvuelven en nuestras prácticas y por eso incluímos tanto a talleristas como a niños y a colaboradores (talleristas invitados y personas que nos apoyan con la merienda)



- Talleristas
Cualquier actividad encarada desde la militancia creemos que debe ser sostenida con responsabilidad. Y si la actividad es realizada con niños la responsabilidad es mayor aún. En primer lugar porque los chicos y chicas suelen reclamar con bastante frecuencia nuestras ausencias prolongadas en los talleres y, en segundo lugar, porque la misma dinámica de continuidad de la modalidad de proyectos o de actividades conectadas exige la presencia de cada uno de nosotros en todas las actividades. Es por eso que este año la idea es que los compañeros que se comprometen con el taller estén realmente interesados y que lo sostengan con responsabilidad.

- Niños y niñas
De nuestra primer reunión rescatamos también algunas cuestiones que tienen que ver con los chicos y su punto de vista sobre las actividades que les proponemos. Creemos que escuchar lo que ellos piensas sobre lo que hacemos es muy importante: si se aburren o no, si les parecen pavadas o “pingochadas” (para usar una expresión que el pequeño Nicolás a acuñado con éxito) o si les gustó la actividad. Del mismo modo tendremos que trabajar sobre la identificación de sus demandas, escuchar también sus propuestas o lograr construirlas.
Desde este aspecto todo coincidiremos en que ya hemos podido armar un grupo estable de quince o veinte pibes y pibas que todos los sábado nos esperan, nos reclaman y retan cuando no venimos, nos cuentas sus cosas.... Es decir, se formó un grupo entre los chicos mismos y entre nosotros y ellos.
El resto, con respecto a los pibitos, son más desafíos y preocupaciones que respuestas certeras y conclusiones claras. El tema de los límites, de la solución de los conflictos, de los momentos de violencia y agresiones, las “expropiaciones” de materiales de la biblioteca por parte ellos, la apropiación de la biblioteca como espacio de todos y todas, son temas que recorren nuestras cabezas camino a casa y se presentan frecuentemente en nuestras charlas.

Andando y andando encontraremos las respuestas, volverán las dudas y refutaremos aquellos que creíamos certezas... Un sueño compartido y esperado constituye el pilar de nuestro trabajo. Aquel que nos junta y por el que militamos a diario.

Cambio Social
Trabajo
Dignidad
Educación
Alegría

Taller Infantil “Juanito Laguna”
Frente Popular Darío Santillán

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