14 sept 2008

5 de agosto de 2006

Por La Nico

La verdadera Odisea

Y bueno llegué tarde nomás....así que me perdí la ida a patear el barrio y a “pedir permiso” porque nuevamente salíamos de paseo. Ésta vez la cita era a las 16 hs. en la escuela Anexa (que queda cruzando el bosque) para ver una obra teatro.

Antes de seguir con las anécdotas del viaje agrego otras cosas. La idea de ir a ver la obra surgió como “disparador” para empezar un taller de teatro, al que se suman Albertina y otros más. Y del cual seguramente saldrán otros éxitos laguneros como “La biblioteca es muy linda...”, “Una calle muy vigilada”, etc, etc, etc...

Ahora sí. Cuando llegué (alrededor de las 15hs) Luz, que ya se volvía, me recibió con un lindo “tarde, tarde....”. La verdad es que tenía pensado no ir, pero mis ganas fueron mucho más fuertes.

La pandilla ya estaba casi lista para salir: Jose, la Colo y Mer habían sido puntuales se veía. Y acá es cuando empieza nuestra aventura, porque llevar entre 4 a 24 pibes no es tarea sencilla. Lo más feo es cuando nos sale la “maestra ciruela” y empezamos a gritar como locas. Pero la verdad es que fue un gran avance porque habíamos quedado en salir a las 15 y a las 15:30 ya estábamos en la terrible tarea de cruzar la gigantesca 122. Claro que siempre están los que “dan la nota”: esta vez fue Lucas seguido de su secuaz el latin-lover Bachicha- Salchicha. Y la Colo, con su enorme paciencia corriéndolos por todo el bosque.

“Seguridad piquetera” tiembla frente al avance de este grupete de chicos y chicas cada vez más expertos en corte de calles, no faltó ni el tan conocido “piqueteros carajo” interpretado por el increíble vozarrón del Junior.

En el camino, (esta vez no salió el hit lagunero) hicimos de hinchada a los ciclistas, derrapamos por unas montañitas, nos cruzamos con unos simpáticos y muertos de habmbre cachorritos que obviamente todos querían llevar pero un “a la vuelta, ahora no hay tiempo” nos sivió para retrasar lo que después sería impostergable.

Ya llegando a la escuela, Mer se adelantó para ir “advirtiendo” que veníamos. Mientras tanto algunos leíamos el cartel de la obra que se llamaba “La Odisea: una aventura increíble (o genial??...no la leímos tanto...)”, otros ya estaban corriendo y jugando en las hamacas y toboganes del patio. Bueno y la Colo que venía como 3 cuadras más atrás, intentando que Lucas y el Bachi le hicieran caso.

Mer nos dio el okay y como siempre que llegamos algún lugar, la juanada se hizo sentir: gritos de emoción, carreras por las escaleras, pedidos de auxilio para ir al baño, caras de asombro (de los chicos y también de la gente que no sé de que se sorprende en realidad, como si nunca hubieran hecho esas cosas). La gente de la obra nos atendió re bien, enseguida nos dijeron que pasáramos y nos fuimos ubicando desordenada y bochincheramente adelante (¡¡así somos!!).

Ah! Fue por estos ratos que pareció Manu que tampoco se quería perder la salida...o al Ulises, nunca los sabremos...

De repente las luces se apagaron y una vos graciosa, acompañada por los chicos, hizo la cuenta regresiva que dio comienzo al show. La mayoría nos re compenetramos con la historia, muchas luces, disfraces, voces locas, musicales y bueno...hay que decirlo, algunos momentos demasiado melosos para el gusto de quien escribe. Esteban me decía “Nico, mirá para atrás un rato porque sino vas a llorar” así que imagínense ustedes como sería. La obrita duró como 40 minutos y parece que gustó bastante porque algunos pocos se levantaron. Era impresionante ver las caritas de asombro cuando aparecían personajes nuevos o se escuchaban los ruidos de truenos, las risas, la emoción cuando finalmente Ulises y Penélope se encuentran. Aunque según Lauchi y Esteban faltó que dieran un beso.

Cuando terminó los mejores comentarios los dio la hinchada femenina: “que bueno que estaba Ulises”, “a mi me gusto el amigo que hacía chistes”, “vamos rápido que están afuera saludando” (y las juanitas, que no perdemos ocasión, acompañamos a los peques a saludar...). Brai le tocaba el disfraz a uno de los personajes para ver si era de verdad, Luján se consiguió un volantín (del cuál sacamos informaciones varias...como cuánto hace que están actuando, qué otras obras hacen, ¿qué pensaron?), Daiana salió “toda enamorada”.

Pero ahora había que volver...después de varios pedidos para que dejaran los juegos del patio, arrancamos. Y la vuelta, que esta vez tenía como ingrediente los comentarios sobre la obra, volvió a ser a las corridas, derrapadas, y algunos gritos, pero cada vez menos. En esta salida mi impresión fue re positiva porque cada vez vamos más tranquilas y los chicos se empiezan a cuidar (o a gritar) entre ellos o a retarse cuando se cruzan solos. Además los más grandes, Luján, la Coty, Nati y otros ayudan un montón.

Tuvimos que “ponernos la gorra” y decirles que dejen los cachorros en su lugar, por suerte llegó mamá perra y nos salvó las papas porque a más de una nos daban ganas de agarrarlos.

Cruzamos la 60, y después la 122 que para desgracia de los accidentados, pero para suerte nuestra ya estaba cortada... Y llegamos a la biblio todos sanitos y muy contentitos. Preparamos rápidamente la leche, porque ya el ambiente se estaba agitando, y después “tasa-tasa, los acompañamos a las casas”. Con la Colo y Cami, comentábamos la ingratitud de los hombres que te dejan porque “ les llenan la cabeza”.

Terminamos el día todas doloridas (las juanitas no estamos pá estos trotes...), pero re contentas.

¡¡¡Ja, Y miren si me lo iba a perder!!!.

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