26 sept 2008

Redefiniciones conceptuales y metodológicas del Taller Infantíl "Juanito Laguna"

16 de julio 2006

Las ideas que intentamos expresar en lo que sigue tienen que ver con redefiniciones conceptuales y metodólogicas surgidas de la reflexión sobre nuestras propias experiencias pedagógicas en la Biblioteca Popular “Juanito Laguna” con los niños de Villa Argüello (Berisso) en el taller infantil de los sábados. El ejercicio de explicitarlas es parte de la revisión de nuestros propios criterios de trabajo con los pibes y de la necesidad de compartir nuestros aprendizajes con aquellos que realicen tareas similares.
Para un mejor análisis dividimos las áreas de reflexión en dos: Por una lado, nos vimos en la necesidad de conceptualizar sobre las relaciones entre las tareas pedagógicas con niños y la militancia barrial. En segundo lugar, explicitaremos algunos criterios más vinculados a cuestiones metodólogicas y organizativas de los talleres.

Los talleres infantiles y la militancia barrial. Hacia la construcción de un nuevo modo de pensar sus relaciones.
Muchos son los grupos barriales que, con propósitos políticos – pedagógicos distintos y hasta opuestos y desde variadas instituciones (eclesiásticas, partidos políticos, ONG, organizaciones barriales), tienen sus primeros contactos con los vecinos desde “actividades educativas” para niños. Esto podría explicarse por la facilidad con la que las miradas y vocecitas infantiles suelen acercarse a las actividades que, desde apoyos escolares hasta actividades recreativas, las convocan.
Lo que nos preguntamos ahora es con qué propósitos suelen emprenderse estas acciones. ¿Se trataría de objetivos asistenciales que travestidos de “actividades educativas” no se alejan de la copa de leche? ¿O estamos hablando de visiones instrumentales y “adultocéntricas” del trabajo con niños que sólo pretenden utilizarlos como puente para ganarse la confianza del adulto padre o madre para hacer, ahora sí, trabajo territorial? Ni uno ni otro. Creemos que las tareas pedagógicas con niños enmarcadas en un trabajo barrial más amplio con verdaderas intenciones de transformar la realidad es una compleja tarea política en sí misma y no una excusa para acercarnos a su familia para ”liberarla” o “concientizarla”. Pero esta visión de las actividades educativas, lleva implícita una concepción de infancia: la niñez como una etapa de la vida en la que jugar, crear, leer y escribir pueden ser (y de hecho son) actividades que contienen determinados propósitos políticos e ideológicos, y por lo tanto se piensan, se planifican y se concretan también desde determinados propósitos políticos e ideológicos (conscientes o no).
Lo que queremos en definitiva es, por un lado contribuir a reflexionar sobre los propósitos y sentidos que guían nuestros talleres educativos para explicitarlos, revisarlos, descubrir las incongruencias entre nuestras prácticas y afiliaciones ideológicas, cuestionarlos, repensarlos, transformarlos o afirmarlos... Por otro lado y a partir del cuestionamiento de las prácticas “instrumentales” y “asistencialistas” del trabajo pedagógico con la infancia en los barrios, pretendemos contribuir en la construcción de un nuevo modo de pensar actividades para “aquellos locos bajitos”.
Queda para futuras reflexiones los cuestionamientos a la idea de niño como adulto en potencia o, en el caso nuestro, como futuro militante o cuadro político; ideas que creemos comparten muchos vicios con las actividades que cuestionamos y que nos alejan de esta empresa de construir un nuevo modo de pensar actividades para niños. Creo que esto último mucho tiene que ver con la naturaleza misma del acto educativo que lleva consigo siempre una proyección hacia el futuro. Pero hay que distinguir la proyección en los propósitos y objetivos de nuestro trabajo de aquella otra mirada hacia el futuro que realizamos en el sujeto sobre el que ejercemos nuestra intervención pedagógica.

Pensando, planificando y concretando nuestros talleres. Algunos criterios metodológicos y organizativos.
Resulta complejo, por los múltiples aspectos y sujetos que intervienen en la actividad pedagógica, cualquiera sea su grado de formalidad, ordenar las conclusiones para poder compartirlas. Por esto mismo decidimos agrupar las nuestras de acuerdo a dos criterios que atravesaron las ideas que construimos juntos en reuniones de planificación y evaluación y durante el desarrollo mismo de los talleres. Uno de estos criterios podría ser los momentos en los que se puede separar analíticamente una actividad educativa de esta naturaleza (planificación, puesta en marcha y evaluación). Por otro lado, es interesante compartir las conclusiones que obtuvimos pensando en los sujetos (talleristas y niños) que participan de cada jornada que llevamos a cabo.


Los momentos: Planificando, marchando y evaluando.
La planificación
Varios sábados de improvisación y desorganización (evitables) nos hicieron pensar en instalar un momento que supo ganarse su lugar y que merece que le dediquemos gran parte del tiempo y el esfuerzo en la organización de los talleres infantiles. Nosotros aprendimos que la planificación de la actividad es un momento importantísimo a la hora de emprender actividades educativas con niños en instancias de educación no formal. Pero pudimos distinguir dos niveles en esta planificación. Un primer nivel en el que pensamos en “el proyecto” al que pudimos definir como una modalidad compleja en la que diversos actividades se articulan para lograr un mismo propósito. Además su duración es relativamente larga (cuatro o cinco encuentros) y tiene como producto final algo palpable por los chicos, algo que hicieron juntos (lo que implica trabajo en equipo), requiere distribución de tareas a lo largo del tiempo, planificación de actividades y, lo que es más importante, está dotado de sentido social: tiene un para qué y un para quién. Es decir, la definición misma de proyecto nos llevó a pensar en estas cuestiones y arribar a las siguientes conclusiones:
- Los tiempos y la continuidad de nuestras propuestas: los talleres desconectados entre sí, sin un hilo conductor (eje temático u objetivo) que los una no tienen sentido. Hace perder tiempo, esfuerzos y ganas tanto a talleristas como a niños. Por este motivo decidimos trabajar con esta modalidad e implementar una secuencia de jornadas articuladas en torno a un objetivo común, y aquí viene la otra cuestión,
- Los objetivos y la producción final colectiva del proyecto: Aprendimos que todo proyecto debe concluir con una producción final que requirió el trabajo en equipo, la división de tareas, la planificación de tiempos, etc. Esta producción final puede consistir en una revista, un video, la grabación de un cassette, la puesta en escena de una obra de títeres...
- El tema de la definición de los objetivos merece especial atención. Al tratarse de una organización barrial con claras intenciones de realizar transformaciones en la realidad los objetivos que guíen las actividades y que se comuniquen a los chicos difícilmente podrán contener consignas competitivas e individualistas y menos aún basarse en recompensas materiales. Decidimos optar por motivaciones de naturaleza moral como el aprendizaje grupal, la cooperación entre compañeros, la solidaridad, es decir, valores que contribuyan a la formación de “niños y niñas nuevas”.
- El sentido de la producción final, el para qué y para quién: Después de varios dibujos, pinceladas, palabras y deletreos dedicados a nada y a nadie, decidimos probar con actividades con un sentido y un propósito social, significativas para los chicos y para nosotros. Y eso sólo se lograría escribiendo para alguien, leyendo en vos alta para el que no puede hacerlo por sí mismo, redactando como en un diario, relatando como en una radio... Es decir, realizando actividades culturales y sociales de verdad para gente de verdad.
- El lugar de la lectura y la escritura y el “giro copernicano” en nuestro trabajo: El para qué y el para quién nos hicieron pensar en los usos que en nuestros talleres veníamos haciendo de la lectura y la escritura. Esto vino como producto de la decisión de suspender el apoyo escolar que al comenzar con los talleres veníamos realizando. Este modo de trabajar mostraba contundentes señales de fracaso: a nosotros no nos convencía y los chicos no venían con intenciones de hacer tareas. Pensando en que la lectura y la escritura son herramientas indispensables y valiosísima era imposible descartarlas de nuestras actividades por eso, abandonamos las tareas escolares y, en consecuencia, la reproducción de los usos que la escuela suele hacer de la lectura y la escritura para empezar a incorporarlas pero desde el sentido anteriormente mencionado: leyendo y escribiendo para decir algo a alguien y como se hace en un diario, en una radio, en una carta, para informar, para conmover, para contar, para cantar, para quejarse, para compartir, para transformar o simplemente por placer...

Como afirmamos al comenzar, el proyecto correspondería a un primer nivel de planificación, más general y abarcativo. Pero ningún proyecto es tal sin varias actividades que se unen para concretarlo. La actividad de planificación requiere también pensar, en un segundo nivel, cada una de esas jornadas que se organizarán al servicio del objetivo último: la producción final colectiva. Y en este nivel tuvimos que hacernos las mismas preguntas pero con horizontes más cercanos: ¿hasta dónde llegaremos este sábado? ¿qué nos proponemos lograr? ¿cómo lo haremos? ¿con quiénes? ¿qué necesitamos para hacerlo? ¿en cuánto tiempo?...
Una parte que creemos que merece una especial atención es la distribución de los espacios físicos en los que planeamos nuestra actividad. Es importantísimo que cuando comencemos la actividad los lugares ya estén ordenados y en condiciones para recibir a nuestros pequeños. Cuando pensamos en espacios pensamos en la bibloteca pero también en la plaza, en la esquina y en otros sitios cotidianos que nos parece importante valorar como lugares a rescatar y apropiar. Creemos que en la relación barrio-biblioteca algo fundamental es ocupar los espacios públicos del barrio con los chicos y chicas haciendo actividades recreativas o culturales como funciones de títeres, murgas, etc. Es para nosotros una buena forma de mostrar el trabajo que hacemos, y para los chicos una buena forma de resignificar los espacios cotidianos.


2. Sobre la marcha...
Una vez pensado el proyecto, llega la etapa de poner en acto nuestras ideas. Aquí son cuatro los aspectos sobre los que pudimos reflexionar:
1- Nuevamente los espacios: Como lo afirmamos anteriormente, deben estar ordenados y distribuidos de antemano pensando en las actividades planeadas.
2- La presencia de todos los materiales es imprescindible. La falta de alguno de ellos puede hechar atrás mucho de lo planificado. Esto nos lleva a pensar en dos cuestiones que tienen que ver con los talleristas y los niños respectivamente. Con respecto a los primeros, como se trata de un grupo que se auto sustenta económicamente muchos de los materiales son aportados por los militantes, entonces es necesario la responsabilidad de los compañeros para que estén los recursos necesarios en tiempo y forma. En cuanto a los niños, insistimos en fomentar el cuidado de los útiles y materiales, el hecho de compartirlos y de que permanezcan en la biblioteca por mucho, mucho tiempo...
3- La correcta distribución de los tiempos es otro aspecto importante de la puesta en marcha del proyecto. Avanzar en la definición de etapas temporales en cada jornada es una tarea pendiente. La fijación de un momento para compartir juntos la merienda es un referente temporal a tener en cuenta que puede marcar el inicio de algunas actividades y la finalización de otras.
4- Por último, y con especial relevancia, la comunicación de las consignas a los chicos es una pieza clave en el funcionamiento del taller. En las consigas de nuestras propuestas comunicamos a dónde queremos llegar, cómo lo haremos, en cuántas etapas, cómo distribuiremos las tareas para hacerlo. Por experiencia aprendimos que cuando los propósitos de la actividad no están claros en casi imposible trabajar. Es bueno, darnos un momento al comenzar cada jornada para acordar qué haremos y cómo. El recurso del papelógrafo es muy útil para que queden “fijos” en un papel todos estos punto. Esto mucho tiene que ver con nuestro más ambicioso objetivos: Mostrarle a los chicos la “cocina” de las actividades que pensamos para ellos y que en futuras ocasiones sean los ellos mismos quienes las imiten, las resignifiquen o las desechen.


3. La evaluación
“...no es posible una práctica sin su pro­gramación~ que puede ser rehecha durante el proce­so permanente de su evaluación. Practicar implica programar y evaluar la práctica. Y la práctica de pro­gramar, que se prolonga en la de evaluar la práctica, es una práctica teórica.” (Freire, P., 1990) Estas mismas páginas nunca hubieran sido posible sin la herramienta de la evaluación: la evaluación sobre la marcha y la evaluación post – talleres. La primera, intuitiva, espontánea (a veces solitaria) pero reveladora de falencias o aciertos. La segunda, algo más pensada y sistemática y colectiva. Nuestras herramientas para realizarla son las crónicas de cada jornada, instrumento que creemos tiene varias ventajas: expresa las vivencias de los talleristas (tanto en los aspectos metodológicos como afectivos y perceptivos) y sirve de disparador para las reuniones de evaluación. Esas últimas son la segunda pieza fundamental. Constituyen el momento colectivo en el que intercambiamos nuestras ideas sobre la marcha de cada jornada, decidimos continuar, volver atrás, corregir detalles de las actividades, etc.

Los sujetos
El segundo eje sobre el que organizamos nuestras reflexiones tiene que ver con los sujetos que se desenvuelven en nuestras prácticas y por eso incluímos tanto a talleristas como a niños y a colaboradores (talleristas invitados y personas que nos apoyan con la merienda)



- Talleristas
Cualquier actividad encarada desde la militancia creemos que debe ser sostenida con responsabilidad. Y si la actividad es realizada con niños la responsabilidad es mayor aún. En primer lugar porque los chicos y chicas suelen reclamar con bastante frecuencia nuestras ausencias prolongadas en los talleres y, en segundo lugar, porque la misma dinámica de continuidad de la modalidad de proyectos o de actividades conectadas exige la presencia de cada uno de nosotros en todas las actividades. Es por eso que este año la idea es que los compañeros que se comprometen con el taller estén realmente interesados y que lo sostengan con responsabilidad.

- Niños y niñas
De nuestra primer reunión rescatamos también algunas cuestiones que tienen que ver con los chicos y su punto de vista sobre las actividades que les proponemos. Creemos que escuchar lo que ellos piensas sobre lo que hacemos es muy importante: si se aburren o no, si les parecen pavadas o “pingochadas” (para usar una expresión que el pequeño Nicolás a acuñado con éxito) o si les gustó la actividad. Del mismo modo tendremos que trabajar sobre la identificación de sus demandas, escuchar también sus propuestas o lograr construirlas.
Desde este aspecto todo coincidiremos en que ya hemos podido armar un grupo estable de quince o veinte pibes y pibas que todos los sábado nos esperan, nos reclaman y retan cuando no venimos, nos cuentas sus cosas.... Es decir, se formó un grupo entre los chicos mismos y entre nosotros y ellos.
El resto, con respecto a los pibitos, son más desafíos y preocupaciones que respuestas certeras y conclusiones claras. El tema de los límites, de la solución de los conflictos, de los momentos de violencia y agresiones, las “expropiaciones” de materiales de la biblioteca por parte ellos, la apropiación de la biblioteca como espacio de todos y todas, son temas que recorren nuestras cabezas camino a casa y se presentan frecuentemente en nuestras charlas.

Andando y andando encontraremos las respuestas, volverán las dudas y refutaremos aquellos que creíamos certezas... Un sueño compartido y esperado constituye el pilar de nuestro trabajo. Aquel que nos junta y por el que militamos a diario.

Cambio Social
Trabajo
Dignidad
Educación
Alegría

Taller Infantil “Juanito Laguna”
Frente Popular Darío Santillán

14 sept 2008

Sobre la experiencia del Taller Infantíl

Por la Nico para el Seminario de Educacion Popular y Salud

La experiencia que decidimos contar es la del Taller Infantil que realizamos en la Biblioteca Popular Juanito Laguna (próximamente “nombrada de otra manera pero esa es otra discusión...). La elección tiene que ver con dos razones: la primera es que las dos formamos parte de ese espacio en algún momento y la otra, también la que nos complicó a la hora de escribir, es que es el taller más viejo de Juanito y está atravesado por todas las discusiones que nos fuimos dando como organización.

Haciendo un recorte bastante amplio de la historia, pero siendo realistas a nuestras posibilidades (y a que estamos en proceso de sistematizar toda la experiencia), decidimos empezar a contar desde que se empezó a construir la Biblioteca. Hasta ese momento los Juanit@s no tenían un espacio propio. Habían realizado actividades de apoyo escolar y copa de leche con chic@s en el Club Villa Arguello hasta que comenzaron a vincularse y realizar actividades con la gente “del fondo” del barrio, razón por la cual la Comisión de turno decidió echarlos del espacio. El traslado “al fondo” no implicó un cambio geográfico sino también un empezar a pensar qué hacer en el barrio con los pib@s, de este empezar a pensar más políticamente su accionar en el sentido de alejarse de prácticas “asistencialistas” y plantear otro tipo de trabajo alternativo en el barrio. De ahí también surge la necesidad desde las mismas prácticas de que “solos no podíamos hacer nada” como dijo un compañero. Y también la necesidad de tener un espacio propio donde trabajar.

A finales del 2003 estas necesidades y reflexiones comienzan a concretarse con el acercamiento a vecin@s organizados en el Movimiento de Trabajadores Desocupados y la construcción en conjunto bajo el sol de febrero del 2004 de la Biblioteca.

Con la concreción del espacio el taller infantil que para ese momento aún no llevaba tal nombre empezó a tomar forma al calor de las discusiones sobre qué éramos, qué queríamos construir, con quiénes y cómo. Discusiones que aún hoy nos seguimos dando, dado que entendemos que somos parte de un proyecto colectivo en construcción y que nos vamos transformando a partir de las discusiones y reflexiones sobre nuestras prácticas.

De la misma práctica surgió la idea que al decir que algunos compañer@s nos permitió dar el “giro copernicano” y desprendernos de lo que en ese momento entendíamos se trataba de una práctica asistencialista como era el apoyo escolar. De la misma práctica porque veíamos que a l@s pib@s no les copaba la idea de ir un sábado a la tarde, cuadernito bajo el brazo, a continuar haciendo las 28 divisiones de dos cifras y escribiendo los 20 renglones con la letra A en manuscrita con “la pancita” bien hecha, que no habían alcanzado a hacer en clase. Y ahí las preguntas de qué hacer y cómo interpelarl@s, y también de cómo y por qué trabajar con chic@s. Una de las primeras respuestas era que nos parecía importante, fundamental, que l@s chic@s aprendieran a leer y escribir, a sumar y restar...pero a partir de actividades que tuvieran algún sentido para ell@s, que fueran divertidas y que tuvieran que ver con su cotidianeidad (búsqueda que seguimos recorriendo). De ahí los juegos con dados gigantes y números pintados en las paredes de la biblio, las cartas con chic@s de otros barrios y lugares, los preparativos del primer cumpleaños de la biblioteca con invitaciones, canciones, regalitos hechos por to@s. Los problemas venían por el lado de las diferentes edades e intereses, la falta de continuidad de l@s cumpas, la poca claridad de la propuesta político-educativa, de nuestro rol en el taller. Sí empezaba a tener fuerza la discusión acerca de la infancia y del trabajo con l@s pib@s no cómo un trabajo para formar “futuros militantes” o para “llegar a sus familias”, sino como un trabajo con ell@s como sujetos transformadores y creadores de otra realidad hoy[1].

De los intentos fallidos de talleres, las hippieadas , los machacasos, las más de las veces, sobre lo que salió mal, las caras de aburrimiento de los chic@s y la terquedad (bien entendida y necesaria) de algun@s compañer@s empezamos a hacernos cargo de las responsabilidades que implica hacer talleres desde una propuesta político- pedagógica que intenta construir con otr@s espacios desde los cuales organizarnos y luchar para construir hombres y mujeres nuevos, niñas y niños nuevos.

Por otro lado las reuniones de planificación también empezaron a ser imprescindibles a la hora de pensar qué hacer en los talleres y cuál era nuestra propuesta pedagógica. Entendiendo que la planificación tendría como dos partes: por un lado la necesidad de sentarnos a pensar en actividades que tuvieran alguna duración a lo largo del tiempo, alguna producción final colectiva, un para qué y para quiénes, con sentido para ell@s y nosotr@s. Y por otro lado, la planificación específica de cada día, con los materiales, la organización del espacio, las formas de decir/mostrar los objetivos y la actividad a realizar, quiénes participan.

También como parte de la planificación, empezamos a ver la necesidad escribir crónicas después de cada taller para después volver sobre ellas y realizar ajustes de próximos talleres. Y tener instancias de evaluación finales en las que elaboramos algunas especies de síntesis. Hay que decir que es una práctica que todavía nos cuesta mucho instalar y que hay que seguir buscándole la vuelta...En algún momentos nos planteamos como un objetivo que l@s pib@s formaran parte de esa planificación, que la hicieran suy@ al igual que al espacio.

El taller infantil sigue funcionando con las características, que para nosotr@s lo diferencia de los otros talleres, es al que van más chic@s, desde el Cucu con 5 años hasta Juan de 12 y no hay una propuesta “fija” (como el taller de Hip-Hop, títeres o audiovisuales). Quizás de ahí vienen también las sombras: las dificultades para planificar actividades que les interese y puedan participar y hacer tod@s, la falta de talleristas para contenerl@s y de nuevas ideas para pensar qué hacer, las problemáticas cotidianas que ell@s viven, que expresan y a las cuales muchas veces no podemos responder. Últimamente discutimos mucho sobre el agotamiento de los talleres, la necesidad imprescindible de tener formación en teatro, música, plástica...pero ¿y mientras tanto? ¿dejamos de ir?, qué pasa con los logros que hemos venido construyendo como la apropiación del espacio, un grupo estable con peleas y desbandes pero que se siente parte, la contención y confianza de l@s pib@s con nosotr@s...



[1] Para aportar más al debate les proponemos leer el artículo de la revista “El Machete” sobre Infancia, pedagogía y política: una mirada desde los movimientos sociales escrito por la Colo una cumpa de Juanito.

31 de marzo de 2007

Por La Nico


Crónica del taller infantil

Arrancamos desde tempranito con los llamados y mensajes para ver qué hacíamos. El agua seguía empecinada en embarrarnos las propuestas. En eso se nos ocurre que podíamos ir al Club, no daba para más seguir postergando el arranque del taller. Así que allá nos encontramos alrededor de las 14hs.

La idea era hacer lo que ya teníamos pensado para un sábado anterior:

Trabajar sobre la identidad del espacio de la biblioteca, porqué Juanito Laguna, quién o qué era, si nos identificábamos o no, si se parecía en algo a nosotros, en qué cosas,;y por otro lado (no quiere decir que está separado), trabajar sobre las técnicas (¿?) con que Berni hacía los cuadros. La producción final sería un gigantomural hecho “como si” fuéramos Bernis...pero colectivamente.

Además habíamos llevado otra propuesta para las/los más grandes, desde el año pasado que nos vienen diciendo que se aburren y que no quieren “taller INFANTIL”, así que estamos tratando de ver si nos organizamos en dos espacios o qué. Pero ese día no fue ninguna así que la cumbia que habíamos llevado para escuchar con ellas/ellos nos sirvió de “inspiración”...como dijo Ro.

La primer tarea fue el rescate de las cajas que había dejado la Colo en la biblio días atrás. Como ya sabemos cuando llueve una semana entera esto se transforma en un aventura todo terreno (con la diferencia que no tenemos 4x4, ni un programa que nos auspicie).

Estábamos Jose, la Colo, Ro, Marce, Flavia y yo. Ah! y la amiga de Marce, Luciana, que nos dio una mano con lo de Berni (ahí nomás la apodaron “La tota” como la Lú de Arguello...chicos muy tímidos los de ese lugar).

Como no teníamos tiempo para armar el juego de las cajas, decidimos usarlas como base para el mural, e improvisar el “juego del director de orquesta”.

La Colo, Ro y yo nos fuimos de recorrida a buscar los pibes, mientras que las demás organizaban todo...y sí ahora que tenemos pinturas, pinceles, crayones, etc es todo un trabajo!!. Una parada estratégica es enfrente de la casa de Cande y sus secuaces, ahora se mudaron por ahí Luciana, Mili y Belén, y el Nico las visita seguido. En seguida éramos una banda que entre galletitas bañadas en barro y la envidia de no tener una botas para pasar por todos los charcos, llegamos al Club. Ya estaban el lauchi, esteban y Lucas, uno nuevo.

Como siempre el arranque es lo que cuesta, pero esta vez las juanitas nos pusimos firmes y empezamos a explicar el juego. Para los que no lo conocen, la idea es que alguien se valla afuera y espere hasta que la ronda decida quién es el director “de turno” de la orquesta. Entonces el director empieza a hacer cualquier tipo de ruidos y gestos con pies, boca, manos, lo que se le ocurra y los demás lo siguen. Él que estaba afuera tiene que tratar de adivinar quién está dirigiendo la orquesta.

Al principio éramos unos pocos los que jugábamos pero de a poco los que andaban corriendo entre el barro y la pelota se fueron asomando para ver porqué hacíamos tanto ruido, o tanto silencio por momentos. Todos querían adivinar, o ser directores, así que jugamos y nos reímos un buen rato. Cuando ya la cosa nos empezó a aburrir, aprovechamos que estábamos en ronda y les contamos “lo otro” qué teníamos para hacer.

La colo agarró el libro de Berni y empezamos a mirar las pinturas. Algunos de los chicos se fueron afuera pero seguimos con los que quedaban, Luciana contó un poco sobre Berni, de dónde y cuándo era, sobre las técnicas con que pintaba, miramos cuadros hechos de diferente formas, y llegamos a Juanito Laguna. Tratamos de ver cómo estaban hechos a partir de algunas formas y cosas que reconocíamos, contamos cómo había hecho esos cuadros, y quién era Juanito, cosa que ya sabía la mayoría. Creo que fue Nico el que dijo que se llamaba así (la biblioteca) porque siempre se llena de agua. Cuando nuevamente esto empezó a aburrir, les tiramos la idea de hacer algo parecido a lo que hacía Berni: les mostramos el mega cartón, y sacamos las pinturas (previo relato de cómo las habíamos conseguido y qué había que cuidarlas). Algunos nos fuimos a dar una vuelta por afuera para juntar cositas para pegar (entiéndase por cositas: desde una media, pasando por hojas de árboles, tapitas de cerveza, etc.).

Creo que fue importante que “organizáramos” un poco la producción: ver dónde dibujábamos a Juanito, dónde pintábamos el cielo, el pasto, etc. Es un rol que nos cuesta asumir pero creo que fue positivo por lo que vino después: ninguno se cortó solo para hacer su dibujo, entre todos fuimos decidiendo cómo pintar y dónde pegar las cosas, aunque Esteban se comió algunos retos por pintar “todo de negro”. Algunos iban y venían, pintaban un rato y después salían a jugar a la pelota, pero creo que todos dejaron su rastro...sino fue ahí, algunos los dejaron en la pared...

Cuando ya nos estábamos aburriendo y las pinturas querían pintar otros lugares, salieron los panes con paté y jugo para calmar los ánimos (preparados con Bachichus y Braian) . Al ritmo del Polaco y los Pibes de la Vía, juntamos todas las cosas y Cande se barrió todo el Club (una fanática de la escoba resultó ser). “Un rato más, el último tema...me acompañan?” y nos fuimos yendo...


14 de octubre de 2006

Por Antulio

Crónica del Taller infantil


Es de mañana y llueve a cántaros. No éramos muchos los que íbamos a participar de la actividad de la tarde, pero comenzaron los tubazos de aquí para allá. ¿Qué hacemos?, vamos igual o suspendemos. Alguien que madruga con el llamado, pide un segundo para levantar la persiana y dar un diagnostico certero y definitivo:

- Mucha nube negra, pinta para granizo, son las once y media de la mañana, dudo que den las condiciones. No vamos.


Menos mal, contábamos cuatro para pilotearla, y de esos, dos comodines. La jornada estaba medio en el aire, por lo menos para una mitad. Falté a la reunión de planificación del ¿miércoles?, y no tengo muy afilada la discusión, pero sé que la hubo, y por lo que intuyo de buen calibre; tampoco estoy al tanto de los nuevos proyectos a estrenar, pero algo puedo registrar. Pensábamos arrancar con una serie de testimonios de los chicos y chicas en audio, video, dibujo y carta, contando lo que hacíamos en el taller, su panorama del barrio, las historias que lo atraviesan, y las suyas, para entablar una relación comunicativa con una experiencia de la Pampa. Eso creo, si le pifio avisen.

Al granizo esperado ni siquiera le cabió hacerse gota, las nubes pasan. Che, qué onda, ahora pinta el sol. Es pasado el mediodía y bardiamos con el pronóstico. Levanto el tubo, y de nuevo: ¿Qué hacemos?, seguramente los pibes y pibas nos esperen, no da para el desplante. No pensemos en la actividad, vayamos a no colgarlos. Buena actitud, pienso. Dale nos vemos ahí en un rato, yo llevo la cámara y algo hacemos, así medio informal, dice una. Y Corta.

Son como las tres, galpón cerrado. Los que están “juegan a la pelota en la canchita”. Vamos para allá, y les proponemos que filmen, y que hagan entrevistas entre ellos. Dale. Los Bruno nos prestan el equipo de mate, y acampamos al costado de uno de los arcos.

Aparece la cámara en escena y empiezan las disputas. Están presentes: Bachicha, Marcelo, Brian, Nicolaides, y Juan. Caen “las modelos” acorralando a Ezequiel, el novio de América (o por lo menos de Arguello, desplazando al Ivan; hay guerra en el sindicato) Marche un taller de sexualidad para ahí. Ellas son Belén-Daiana-Luciana-una más que no recuero el nombre. Así todas juntitas porque se mueven en bloque. Aunque todo bloque de poder tiene contradicciones internas, tira uno que está estudiando esas cosas. En el transcurso de la tarde eso se develará en un conflicto de líderes. Además de la cámara, otro eje de conflictividad pasa por la bicicleta. Esto pinta balurdo, pongamos el freno y todos abajo.

Panchos, tirados en el césped, cebando un matezuco re-amargo (queja de la infancia ¡No tiene azúcar!) intentamos atraerlos un poco. Cae Leo, que vio el cartel colgado en la Biblio avisando que estábamos en “otro terreno”, cae nuestro primer entrevistado. Nicolaides se prende a tomar la cámara, dos chicas se enganchan en las preguntas...- peinate un poco gallina crazy! Grabando...

Hasta ahí, che... intrigulis manda. Todo queda en la caja registradora que no va a escupir nada, ni habrá adelantos hasta el próximo fin de semana. De varias maneras improvisamos el juego ante la lente, después veremos que quedo.

Hablando de cajas y cajeras: se la reventaron. La guita de las ventas de la feria terminó en golosinas, esa misma tarde parece. Hubo charla “concientizadora” con las chichas, pero bue, a la mesa de análisis juanitense.

En realidad, adelanto la conclusión de la vuelta que versó en: no hicimos nada, pero estuvo bueno. Encima, estamos cansados no sé de qué. No fue un “la zafamos”, sino un ir desde otro lugar; otro tema para el diván. Pero, ante la duda ir.

Sin embargo, algo significativo, sin imaginarlo terminamos en “nuestro terreno” (Físico y práctico). Todo iba a ser un rato, sin estructuras, de quedarnos ahí, pero con un grupito terminamos muy amenamente tomando la merienda en el “patio” de la biblioteca. Charlando de la vida, en paz, sin que vuele un toscazo en ningún momento. Muy Hippie. Pero para rescatarlo, ese es un momento que estamos provocando, que entra en la planificación y es parte de sentido del trabajo, miren: juega la tarea de conjunto, la colaboración (sinónimo de solidaridad para Leo), todos trabajando en función de llegar a un momento donde va a primar el diálogo, que el dulce de leche y el pan es para todos y tiene que haber una repartija equitativa; todos manoteamos de a uno, encima hay uno que convida cuando a otro le pintaba ortibarse con los adultos, y ya no volvió a hacerlo. Eso también es ir avanzando, los resultados son materiales: que lleguemos a un producto y eso, que los vemos, pero también poner el ojo en los “inmateriales”.

Otro punto, volvimos a las crónicas.

Para la próxima jornada estaba la idea de proyectar en tele lo echo, y los materiales fotográficos acumulados de experiencias previas; que todos en conjunto hagamos una selección, evaluemos la producción, corrijamos, pensemos en que podemos plasmarlo, e insistir con el puente a la Pampa que quedó medio en el aire.

5 de agosto de 2006

Por La Nico

La verdadera Odisea

Y bueno llegué tarde nomás....así que me perdí la ida a patear el barrio y a “pedir permiso” porque nuevamente salíamos de paseo. Ésta vez la cita era a las 16 hs. en la escuela Anexa (que queda cruzando el bosque) para ver una obra teatro.

Antes de seguir con las anécdotas del viaje agrego otras cosas. La idea de ir a ver la obra surgió como “disparador” para empezar un taller de teatro, al que se suman Albertina y otros más. Y del cual seguramente saldrán otros éxitos laguneros como “La biblioteca es muy linda...”, “Una calle muy vigilada”, etc, etc, etc...

Ahora sí. Cuando llegué (alrededor de las 15hs) Luz, que ya se volvía, me recibió con un lindo “tarde, tarde....”. La verdad es que tenía pensado no ir, pero mis ganas fueron mucho más fuertes.

La pandilla ya estaba casi lista para salir: Jose, la Colo y Mer habían sido puntuales se veía. Y acá es cuando empieza nuestra aventura, porque llevar entre 4 a 24 pibes no es tarea sencilla. Lo más feo es cuando nos sale la “maestra ciruela” y empezamos a gritar como locas. Pero la verdad es que fue un gran avance porque habíamos quedado en salir a las 15 y a las 15:30 ya estábamos en la terrible tarea de cruzar la gigantesca 122. Claro que siempre están los que “dan la nota”: esta vez fue Lucas seguido de su secuaz el latin-lover Bachicha- Salchicha. Y la Colo, con su enorme paciencia corriéndolos por todo el bosque.

“Seguridad piquetera” tiembla frente al avance de este grupete de chicos y chicas cada vez más expertos en corte de calles, no faltó ni el tan conocido “piqueteros carajo” interpretado por el increíble vozarrón del Junior.

En el camino, (esta vez no salió el hit lagunero) hicimos de hinchada a los ciclistas, derrapamos por unas montañitas, nos cruzamos con unos simpáticos y muertos de habmbre cachorritos que obviamente todos querían llevar pero un “a la vuelta, ahora no hay tiempo” nos sivió para retrasar lo que después sería impostergable.

Ya llegando a la escuela, Mer se adelantó para ir “advirtiendo” que veníamos. Mientras tanto algunos leíamos el cartel de la obra que se llamaba “La Odisea: una aventura increíble (o genial??...no la leímos tanto...)”, otros ya estaban corriendo y jugando en las hamacas y toboganes del patio. Bueno y la Colo que venía como 3 cuadras más atrás, intentando que Lucas y el Bachi le hicieran caso.

Mer nos dio el okay y como siempre que llegamos algún lugar, la juanada se hizo sentir: gritos de emoción, carreras por las escaleras, pedidos de auxilio para ir al baño, caras de asombro (de los chicos y también de la gente que no sé de que se sorprende en realidad, como si nunca hubieran hecho esas cosas). La gente de la obra nos atendió re bien, enseguida nos dijeron que pasáramos y nos fuimos ubicando desordenada y bochincheramente adelante (¡¡así somos!!).

Ah! Fue por estos ratos que pareció Manu que tampoco se quería perder la salida...o al Ulises, nunca los sabremos...

De repente las luces se apagaron y una vos graciosa, acompañada por los chicos, hizo la cuenta regresiva que dio comienzo al show. La mayoría nos re compenetramos con la historia, muchas luces, disfraces, voces locas, musicales y bueno...hay que decirlo, algunos momentos demasiado melosos para el gusto de quien escribe. Esteban me decía “Nico, mirá para atrás un rato porque sino vas a llorar” así que imagínense ustedes como sería. La obrita duró como 40 minutos y parece que gustó bastante porque algunos pocos se levantaron. Era impresionante ver las caritas de asombro cuando aparecían personajes nuevos o se escuchaban los ruidos de truenos, las risas, la emoción cuando finalmente Ulises y Penélope se encuentran. Aunque según Lauchi y Esteban faltó que dieran un beso.

Cuando terminó los mejores comentarios los dio la hinchada femenina: “que bueno que estaba Ulises”, “a mi me gusto el amigo que hacía chistes”, “vamos rápido que están afuera saludando” (y las juanitas, que no perdemos ocasión, acompañamos a los peques a saludar...). Brai le tocaba el disfraz a uno de los personajes para ver si era de verdad, Luján se consiguió un volantín (del cuál sacamos informaciones varias...como cuánto hace que están actuando, qué otras obras hacen, ¿qué pensaron?), Daiana salió “toda enamorada”.

Pero ahora había que volver...después de varios pedidos para que dejaran los juegos del patio, arrancamos. Y la vuelta, que esta vez tenía como ingrediente los comentarios sobre la obra, volvió a ser a las corridas, derrapadas, y algunos gritos, pero cada vez menos. En esta salida mi impresión fue re positiva porque cada vez vamos más tranquilas y los chicos se empiezan a cuidar (o a gritar) entre ellos o a retarse cuando se cruzan solos. Además los más grandes, Luján, la Coty, Nati y otros ayudan un montón.

Tuvimos que “ponernos la gorra” y decirles que dejen los cachorros en su lugar, por suerte llegó mamá perra y nos salvó las papas porque a más de una nos daban ganas de agarrarlos.

Cruzamos la 60, y después la 122 que para desgracia de los accidentados, pero para suerte nuestra ya estaba cortada... Y llegamos a la biblio todos sanitos y muy contentitos. Preparamos rápidamente la leche, porque ya el ambiente se estaba agitando, y después “tasa-tasa, los acompañamos a las casas”. Con la Colo y Cami, comentábamos la ingratitud de los hombres que te dejan porque “ les llenan la cabeza”.

Terminamos el día todas doloridas (las juanitas no estamos pá estos trotes...), pero re contentas.

¡¡¡Ja, Y miren si me lo iba a perder!!!.

22 de julio de 2006

Por Josefina

Crónica taller infantil

Visita a barrio obrero.

Alrededor de las 12:30 hs empezamos a llegar a la biblio, el día era fabuloso a pesar de los pronósticos de lluvia, el sol y el calorcito hacían que parezca un día de primavera.

Rocio ya había acomodado los juegos que los chicos habían hecho el sábado anterior para llevar a barrio obrero.

Cuando ya éramos varios salimos a buscar a los chicos y a pedir los permisos de sus padres para salir de paseo, en la biblioteca se quedaron la Colo y Eduardo a esperar a los que llegaran.

Nos dividimos, Nico, la Chiru y yo (Jose) fuimos por un lado y Ro por otro. La recorrida tuvo éxito, excepto los que jugaban al fútbol (Nico, Agustín y Lautaro) vinieron casi todos y los padres no pusieron palos en la rueda con respecto a los permisos (no sabemos si porque nos tienen confianza o por qué?).

Mientras caminábamos por las calles del barrio, apareció el micro por la 128. Las caras de todos se iluminaron, algunos preguntaron si ese era el micro que nos iba a llevar y cuando les dijimos que creíamos que sí, fueron corriendo para subirse y llenar de preguntas al chofer.

Los que quedamos seguimos en la búsqueda de los que faltaban, algunos estaban en el comedor, otros habían ido a sus casas a cambiarse para la gran salida. Cuando estábamos todos fuimos hasta el micro, un par se subieron y ya empezaron a cantar…y entre cánticos como “chofer, chofer apure…” y “bariló, bariló nos vamo a bariló…”, esperamos la plata para pagar el transporte. La plata se demoraba y la cara del chofer empeoraba minuto a minuto. Nosotros empezamos a ponernos nerviosos y los chicos que todo lo perciben, lo percibieron. Carla nos preguntaba cuanto nos salía el micro y nos contaba que a ella una vez la habían llevado a no se dónde gratis, de onda…Yo le decía que de onda no podía ser… y ella me decía que era de onda y no dejaba lugar a dudas.

Los chicos estaban todos arriba del micro gritando a más no poder, y cuando se enteraron que Antulio no venía, empezaron a gritar “que venga Antucho” “que venga Antucho”… y Antulio que se moría de ganas de venir se decidió a postergar otro compromiso que tenía para venirse con nosotros.

Cuando llegó el dinero (que lamentablemente todavía decide muchas cosas) salimos.

Estábamos Ro, la Colo, Nico, Mer, la Chiru, Antulio, leo, Eduardo, Florencia, Eliana y yo (Jose). En el camino sonó “la cachila” y “el a ver a ver como mueve la colita” que nos hizo mover la colita a todos.

Para estar a la altura de las circunstancias Daiana nos pintó la boca a las chicas, las coqueterías (como dice la Colo) no faltaron.

Los chicos se portaron muy bien, hubo pocas cabezas saliendo por las ventanas y el micro quedó intacto.

Para cuando llegamos ya habíamos hecho una lista para no perder a nadie a lo largo de la jornada.

Nos bajamos del micro alrededor de las tres de la tarde y quedamos con el chofer que nos pasara a buscar a las 18:30.

Los chicos rápidamente empezaron con el reconocimiento del lugar. Afuera distribuimos los juegos y el teatro de títeres. Adentro comenzó el taller de títeres, con bolsitas de papel, cartulinas, afiches, telas y lanitas los chicos construyeron unos títeres increíbles, la creación de distintos personajes duro como dos horas, estuvo buenísimo porque se ayudaban entre todos y compartían todos los materiales. Los pibes de barrio obrero se re-prendieron, Ariel y Sasha enseñaban a otros técnicas y compartían la construcción de títeres ajenos.

Afuera estaban los más revoltosos, con los juegos al aire libre. El ponerle la cola al chancho no tuvo mucho éxito, después de dos o tres puestas de cola quedó abandonado a un costado. En las orugas gigantes se prendieron grandes y chicos, la buena cooperación no pudo impedir las caídas de las cuales resultaron muchas risas.

Los títeres adentro se seguían creando y recreando y empezaron a sonar las demandas de comida de algunos que como salimos muy temprano no habíamos comido, así que largamos la primer ronda de leche. Los que no estaban jugando al cuerpo a tierra otro juego que también tuvo éxito, tomaron leche con tortas fritas mmm ¡ riquísimas!

En la repartida de tortas fritas, pude ver los preparativos para la pintada del mural, Leo y Eduardo ya habían plasmado en la pared toda su creatividad y se preparaban para empezar a ponerle color…

Eduardo (el titiritero) se preparaba para deleitarnos con sus historias…los chicos reclamaban otra vuelta de leche y ya circulaban varios mates entre ellos el que cebaban Luciana y Candela que se veían re-cancheras!!! con el termos bajo el brazo.

Listos todos alrededor del teatro se largaron los títeres, las historias despertaron risas, gritos, aplausos y algunos reclamos por falta de estrenos.

Al término de los títeres, cantamos la localista canción “villa argüello” que incitó recelos en los pibes de barrio obrero. Las rivalidades se acrecentaron con el paso de los minutos, nosotros rogábamos que venga el micro ya que avizorábamos piedras y por qué no golpes!!! Golpes no hubo, pero creo que sí alguna piedra y muchos cantos (entre ellos el de ¡piqueteros carajo!) y corridas, los bandos se organizaban para la pelea…

Para calmar las aguas decidimos repartir los presentes que habíamos llevado a los chicos de barrio obrero, unos panes de colores, hornos, panes galleta, gorros de panaderos y otras cosas hechas con arcilla. Fue difícil convencer a los chicos para que le dieran regalos a sus rivales (los de barrio agujero cono decía Carla) pero se pudo. A cambio recibieron unos hermosos globos que habían preparado los anfitriones.

Después de los regalos siguió la barricada hasta que por fin apareció el monstruo naranja (lo digo por el micro y también por el chofer).

Rápidamente nos subimos al micro y emprendimos la vuelta a casa, el regreso fue súper tranquilo. Los comentarios de la jornada eran todos positivos. Llegamos muy de noche y los chicos arrancaron para sus casas acompañados por la Colo y Gonzalo. El resto nos fuimos para la biblioteca. Cuando volvieron Gonza y la Colo nos fuimos todos juntos charlando…

La jornada estuvo muy buena, no tuvimos ningún percance y todos la pasamos joya…las peleas que hubo son los conflictos propios de cualquier situación. Es increíble la facilidad que tienen los chicos para integrarse y también para organizarse cuando encuentran un enemigo común. Una vez más pudimos ver que hay un grupo del cual todos nos sentimos parte.

8 de julio de 2006

Por Virginia

CRÓNICA DEL TALLER INFANTIL

LA BÚSQUEDA DEL TESORO.

Jamás imaginé que del cansancio del viernes irían a salir ideas que construirían tan buena actividad. Pensando y pensando, tratando de salir del paso (como hace algunos sábados lo venimos haciendo) se nos ocurrió ir al bosque. ¿Ir al bosque? ¿A qué? ¿Salir de la biblioteca? Sí, salimos a jugar al “Tesoro escondido”.

Algunas ideas colectivas del viernes a la nochecita y otras más individuales del sábado por la mañana terminaron convertidas en varias postas, pistas, adivinazas, acertijos que desparramamos como a la una de la tarde por la zona cercana al museo Nicolaza, Mercedes y yo. (Manu se perdió en el camino...) Entre pancheros, garrapiñeros, monumentos y árboles desparramamos papelitos que contenían desde adivinanzas hasta pavadas lindas, pasando por trabalenguas y más pavadas lindas... Se puede decir que aprovechamos verdaderamente el paisaje natural y urbano del bosque tanto, que ni los trabajadores del lugar se salvaron.

El tiempo corría (nos corría). Llegamos a la biblioteca (se había sumado Josefina en el camino). Luján y Sasha nos esperaban con un exigente reclamo: “Buenas noches” –nos dijeron, aludiendo a nuestra poco habitual llegada tarde. Es que ya eran más de las tres de la tarde. Ahí nomás nos organizamos. Manu se quedó con la leche y el resto salimos a buscar algunos pibes y pibas. En el camino sumamos veinte chicos (incluidas la visitas de Lucas, Camila y Yael) Los niños y niñas eran “llos de siempre”, ya se puede decir los de siempre, increíble, ¿no?

Pasamos por la biblioteca, juntamos el bidón con la leche, la bandera y empezamos a caminar. Apurados por el tiempo y la tormenta, emprendimos la aventura. El primer obstáculo: cruzar la 122. El segundo, atravesar 60 sin recibir la puteada de ningún automovilista. A los dos pudimos sortearlos, no sin que Nicolás y Agustín no dieran la nota. Los señoritos cruzaban corriendo como si de una gran hazaña se tratara. Las maestras ciruelas gritábamos y gritábamos.

Empezamos a caminar por el bosque y llegamos al museo. Ahí nos esperaba el garrapiñero. ¡Epa! ¿Qué pasó? No era el mismo de hoy. ¿Y ahora que hacemos? El garrapiñero anterior le había dejado el papelito a su reemplazante. La consigna fue: “La primera pista va a estar en el lugar más dulce de la zona” Oídas las palabras, la avalancha de niños se tiró sobre el señor garrapiñero. El magnífico vendedor de maníes acaramelados se re copó con la consigna e hizo que los chicos dieran vueltas y vueltas por las escalinatas del museo. Tantos pasos para adelante, tanto para atrás, otros tanto para adelante... Todos, absolutamente todos, bajaban y subían. Y la próxima pista, según el señor garrapiñero, estaría en algo marrón que parecía un gato pero no era. Esa era yo... ¡Miauuuuu! En el bolsillo de mi saco se encontraba la otra consigna. Buscar tantos bichos como triángulos había dibujados en el papel y después hacer tantos pasos hasta la otra consignas. Nuevamente todos corrieron desaforados a buscar bichos. Juntaron quince. Y ahora una adivinanza: “Andamos por el suelo, atadas y alertas; dormimos desatadas, con la boca abierta” Dentro de unas zapatillas apareció la otra consigna, que nos llevó a un pez que pegado en un monumento. Vale aclarar que la decisión de poner la consigna en el busto de Almafuerte y no en el del viejo de mierda de Vucetich (que le dio nombre a esa otra escuela de mierda) fue toda una decisión política, obvio. El pez tenia unos trabalenguas que los chicos debían leerles a la señora del puesto de panchos para que le diera la última pista. Acá se nos escapaba enojado Agustín a quien tuve que chusmearle dónde estaba el tesoro para que volviera. Ya sabemos lo que le gusta involucrarse en situaciones que demuestren su exclusividad. Manejar información de tamaña confidencialidad como la ubicación del ansiado tesoro era una de esas situaciones.

El tesoro, muy bien escondido desde hacía una hora, no tardó en ser hallado. Para cuando descubrimos el tesoro acaramelado ya estaba la leche y las galletitas esperándonos. Excelente jornada que disfrutamos tanto las “grandes” (en todos los sentidos de la palabra) y los chicos “grandes”. Para la vuelta ya teníamos la compañía masculina de Diego y su amigo.

Repartimos y comimos los tesoros escondidos, molestamos a los novios que dulcemente “chapaban” en la plaza y les cantamos la canción de la biblioteca, sacudiendo la bandera como tratando de abanicar tan calorosa situación.

Emprendimos el camino de regreso, no sin antes agradecer a la panchera y al señor garrapiñero. Bachicha fue el delegado oficial que con un apretón de manos le dio las gracias al señor. Como devolución éste último nos regaló un conflicto: Cinco paquetes de garrapiñadas para veinte pibes. No tengo que describir la situación originada, ¿no? Pero tuvo un buen resultado. Ninguno se quedó sin probar el regalo de nuestro nuevo amigo del museo.

Muy cansados pero contentos seguimos caminando. La lluvia supo esperarnos. Fuimos todos a la biblioteca y de ahí cada uno a su casa. Daiana y Nati fueron las últimas en marcharse y las privilegiadas que probaron los caramelos que quedaban. Para esto ya caía bastante agua. Otra vez la lluvia presente en una hermosa actividad lagunera.

1 de julio de 2006

Por Mercedes

La jornada de trabajo comenzó temprano. Cercanas las once de la mañana, la Colo, Anahi, Ailin y Jose abrieron la Biblioteca. Como siempre, llegué tarde, pero presiento que esa mañana hubo jornada de trabajo, ya que la Biblioteca estaba concurrida, y cuando quién relata llegó, Leo y el hermano de Florencia (no sé su nombre) estaban bajando una heladera. También se vio terminadas las tareas que el Chino y Gonza estuvieron realizando el viernes (“relleno del suelo”, tapa del pozo del baño, etc)

Jose, Ailin y yo nos dedicamos a ordenar y limpiar, la Colo y Anahi ensayaban con los nenes y nenas las obras de títeres y preparaban los últimos detalles para el gran estreno: le pusieron el pelo a la títere de Nicol, trataron de convencer a Junior que no abandone su papel en su obra “tic, tac” (al parecer tuvo exigencias de actuación un poco presionadas desde su casa), solucionaron los problemas de altura con el teatrito, etc… Pudimos observar el compromiso y entusiasmo de los chicos con las obras, ya que la ensayaron toda la mañana y algunos se habían estudiando la letra a la perfección.

Al mediodía almorzamos con la gente que estaba trabajando en el Galpón (Leo, Luz, el señor de bigotes y no me acuerdo quién más). Los chicos, exhaustos de tanto trabajo, también almorzaron con nosotros. Terminado el pollo y los duraznos, comenzamos a prepararnos para encarar la jornada de taller infantil.

De a poco fueron llegando Manuela, la Nico, Gonza y la Chiru. Estábamos todos contentos porque hacía un día espectacular: mucho sol y hasta calorcito; rogamos porque el clima se mantenga así hasta el domingo.

Este sábado estuvo destinado a ser un preparativo para el cumpleaños, así que todas las actividades estuvieron en función a eso: terminar la bandera, hacer el mural para el cumple y las tarjetitas de “souvenir” para nuestros invitados… Para esto necesitábamos algunos materiales (temperas, crayones, tijeras, plasticota) y los fuimos a buscar, en un acto de desconcierto, a Arguello II (creo que no se llama más así). Manuela, Ailin, Jose y yo emprendimos la búsqueda de la casa que queda detrás de la palmera. Al llegar a la palmera nos dimos cuenta que ninguna sabía dónde quedaba Arguello II; dimos un par de vueltas, preguntamos algunas personas y volvimos con la frente marchita. La Colo con saberes colorados, nos explicó donde era y fuimos en bici a buscar las cosas que el taller de fotos nos iba a pasar. Las cosas no estaban, así que con la frente marchita regresamos otra vez.

Al regresar estaban ya casi todos los chicos y trabajando en un desorden perfecto: por un lado estaban terminando de remarcar las letras de la bandera y pintándose las manos con témpera para imprimirlas en ella; por otro estaban dele recortar, pegar, elegir fotos para armar el mural-collage de ¡tres partes! que íbamos a colgar para el cumple. Nico, Camila, Agustin y demás estaban haciendo rancho aparte detrás de la Biblioteca; cada tanto se daban una vuelta, pegaban alguna pincelada y volvían a su espacio, donde el amor y el exhibicionismo están provocando mariposas en la panza en más de uno. Junior venía corriendo a contarnos que Nico y Camila se estaban dando besos ¡y en la boca! y nadie les decía nada. Era lógico, los demás estaban demasiado ocupados mirando el acto, llenos de curiosidad, ganas y diversión.

La canción de Juanito estuvo presente, cada tanto mientras trabajábamos sonaba a lo bajo y a lo alto en toda Biblio. La hora de la leche llegó y con ella la finalización de un más que satisfactorio día de trabajo. Todas nos fuimos con una sensación de placer y regocijo que la plasmamos en unos maravillosos pasos de gatos, chacareras y carnavalitos, que Berta nos enseñó, dando inicio al taller de folclore.

27 de mayo de 2006

Por Mercedes

Narración subjetiva de los aconteceres barriales en una tarde de sol sin nubes en Villa Argüello. (ja! mucho título para tan poca crónica)

Como siempre, llegué tarde. Pasé con éxito la primera emboscada de la tranquera; un caballo hacía piquete en el segundo acceso a la Biblioteca, le mandé ondas telepáticas para que se moviera... al rato comprendió y me dejó pasar. El caballo color de vaca que me cae simpático estaba amarrado a un árbol, lo salude y me guiño un ojo.

Luz, Eduardo y un chico que conozco su cara pero no su nombre estaban apoyados sobre esos palos de madera que todavía no sé para que sirven; habían terminado la jornada de construcción de la panadería (¿o fábrica de pastas?) y estaban charlando un rato.

Nuestros sexos opuestos estuvieron coordinando un encuentro de Jóvenes y Violencia[1] en el Olga Vázquez, así que las Juanitas al poder! llevamos adelante el taller: el trabajo del día consistió en recorrer el barrio y marcar los lugares donde había basura y factores contaminantes. Salieron de expedición: Nico(m), Vir, Ailin, Jose, Junior, Daiana, Lautaro, Nico, Camila y el bebe, la novia de Nico (h), y creo que un par más.

La Nico hizo un mapa gigante del barrio y con papel glacé fuimos recorriendo la zona y destacando los lugares en cuestión; por ejemplo, ubicamos YPF en el mapa, y le pusimos color negro muerte; la zanja que esta sobre ...... le pusimos color alerta rojo, y así sucesivamente. También llevamos unas libretitas donde fuimos escribiendo qué cosas contaminan el barrio. Ahí notamos que no diferencian muy bien entre lo que contamina y lo que no, para ellos todo lo que “ensucie” la calle es contaminante. Anotaron: pañales, latas, yerba, bolsas, botellas, caca, cáscaras de frutas, olor a perro muerto.... También hicimos un relevamiento fotográfico de los lugares que íbamos recorriendo y marcando en el mapa

Fuimos hasta la Placita de --- y ----, que es una tristeza. Los escasos juegos están rotos y esta muy sucia, ya que parece que se convirtió en una esquina donde se deposita la basura de todos. Cuando estábamos en la Placita se sumaron Camila, Yael, Brenda, Brisa, Saya y su gato. Mientras recorríamos la placita, comenzamos a charlar sobre quiénes tiraban la basura, por qué, quiénes se tenían que encargar de la recolección, etc. Algunos le echaban la culpa a los perros que rompían las bolsas, otros a los vecinos, otros que bueno...”si todos tiran la basura ahí”. Entre la dinámica habitual de trabajo fuimos conversando y tratamos de buscar soluciones como realizar carteles de prevención y advertencia y también escribirle una carta al intendente. Empezamos a pensar frases para los carteles de prevención: “cuidemos la placita así podemos jugar”; “vecino, cuide su barrio, no tire basura” y cosas por el estilo. Terminada la “expedición a la mugre”, volvimos a la biblioteca.

En la Biblioteca se agitaron los ánimos. Un grupo estaba adentro de la biblio transcribiendo a un papelógrafo lo recopilado en la expedición (qué cosas habíamos encontrando y en dónde). Los demás iban y venía corriendo, pegándose, gritando...hubo problemas de polleras, pantalones y bocas que hablan demás.

Tomamos la merienda a los tumbos, mientras pequeñas luchas campales se debatían a duelo: Nico vs Agustin; Agustín vs Camila; la novia de Nico vs todas la nenas, etc...si bien eran escenas violentas y los golpes un poco desmedidos, creo que en el fondo se estaban divirtiendo bastante; jugaban a llamar la atención de los otros y de nosotros, jugaban a que los retemos, jugaban a amigarse, a pelearse... sus piñas son una forma de comunicarse...diferente, pero significativa.

Luego de los veinte mil rounds, acompañamos a Camila y Yael a su casa y volvimos a las nuestras ya entrada la noche...

Pero...

... la noche se hizo extensa, entre tangos y milongas que nos embebieron la vida, el domingo apareció como si nada. Los detalles pornográficos de la madrugada están en la crónica que viene.



[1] no recuerdo el nombre original del encuentro.

20 de mayo de 2006

por Virginia


CRÓNICA DEL TALLER INFANTIL

Ese sábado habíamos quedado en juntarnos alrededor de las 13 hs en la biblioteca. Teníamos que terminar los esténciles para estampar las pecheras de los niños. La idea era darle el “remate” al taller de música que veníamos realizando desde el sábado anterior. Dos tareas importantes teníamos para ese día: construirle una nueva letra a la canción y decorar nuestras pecheras distintivas para presentarnos como grupo musiquero el domingo en la jornada cultural del club de Villa Argüello. Vale aclarar que la escritura de la nueva letra estaba pensada para el sábado anterior pero los tiempos y las situaciones no nos dieron para eso. Digo esto para seguir abonando a la idea de las inconmensurables distancias existente entre los papeles, (las ideas planificadas) y la práctica, (lo que verdaderamente ocurre en los frenéticos tiempos de las “marchas educativas”.)

Así que, silbando bajito, los juanitos fueron llegando. Ese día estuvimos: Nicolasa, Antulio, Gonzalo, Mercedes, Ailín, Manuela, yo y la debutante Josefina.

Después de una muy pedagógica discusión, presenciada por Agustín, sobre el orden las actividades del día (que las pecheras primero, que la letra después y al revés por que los chicos esto y porque nosotros lo otro...), decidimos comenzar haciendo las pecheras. Según los defensores de esta postura, los chicos estarían más calmos para la segunda etapa y, leche va leche viene, podríamos armar la letra de nuestra canción. Para la que se inclinaba por empezar con la letra, el cansancio de los chicos nos iba a jugar en contra a la hora de pensar y escribir una canción sobre el final de la jornada. Pero aflojó y aceptó, no muy convencida, la decisión de sus compañeros, a quienes les tiene mucha confianza, por cierto. Pero recuerden las palabras que supo pronunciar en una ocasión el benemérito Guillermo: “Hay que escribir, dejar constancia de las posiciones disidentes. ¿Quién sabe si alguna vez tendremos que volver a ellas?”[1]

Preparamos las pinturas en los vaporizadores mientras esperábamos que Eduardo nos trajera el esténcil con el motivo de Juanito Laguna. Llegó Eduardo con el papel para reproducir algunos esténciles que recortaríamos sobre placas radiográficas. Mientras Josefina se encargaba de esto, Manu preparaba pinturas, Gonzalo y Antulio pasaban lavandinas sobre las radiografías y marcaban con cañas el terreno infantil; Nico y yo salimos a buscar chicos y chicas por el barrio.

Media hora anduvo la caravana lagunera por las calles de Argüello y volvimos con diez pibes más o menos. Resolviendo conflictos, riendo, peleando... Nos estaban esperando para jugar al “nudo humano”, que de nudo poco tuvo y terminó en una ronda cantando una canción al son de la guitarra. Dos escenas estaban más allá de la ronda: al costado de la biblioteca, Gonzalo y Mercedes terminando, a los pedos, los esténciles junto a las visitas de agronomía mirando, todavía asustados, a estos locos que jugaron hasta que se cansaron. Y del otro lado, el “núcleo duro” (duro en dos sentidos, por lo difícil que resulta engancharlos en una actividad y porque, a pesar de lo anterior, proyectamos todas nuestras actividades y esperanzas en ellos): Daiana, Nico, Lautaro & Cía. que no querían acercarse a jugar.

Como no estaban los esténciles empezamos a escribir la canción. (Por errores técnicos, y no por total convencimiento de los talleristas, parece haberse concretado la idea disidente.)[2] El cadáver exquisito se transformó en un cuerpo viviente armado con pedazos de palabras que intentaban tener coherencia, rima, belleza (¿?) Así que adentros de la biblioteca unos escribíamos mientras otros esperaban afuera cantando. Cuando los de adentro salimos, el cadáver resucitó y no funcionó más, por lo que seguimos tratando de meter las palabras que habíamos llevado de disparadores (biblioteca, club, placita, barrio, Juanito Laguna, canchita...) en unas oraciones que dijeran algo de la manera más linda posible. Entonces en un afiche quedó escrito el hit del año que dice así:


A BIBLIOTCA ES MUY LNDA Y APRENDO A ESCRIBIR 2 veces

CUIDEMOS NUESTRO BARRIO Y LA PLACITA QUE LA ESQUINA ES PELIGROSA 2 veces


VILLA, VILLA ARGÜELLO ESTRIBILLO

VILLA, VILLA ARGÜELLO

JUANITO LAGUNA ES MUY LINDO Y NOS REIMOS MUCHO 2 veces

EN EL CLUB JUGAMOS A LA PELOTA EN LA CANCHITA 2 veces


Terminada la letra del puesto número 1 del ranking popular del 2006, nos hicieron señas de que los esténciles estaban listos. Entonces... ¡Al ataque! Soltamos instrumentos y nos abalanzamos sobre las pecheras que Anahí nos había cocido. Teníamos un poco más de 20 pecheritas, 2 esténciles de Juanito, un par de estrellitas y mariposas y 2 ó 3 vaporizadores. Empezamos probando, como siempre. Los primeros salían bastante feos hasta que implementamos la técnica de la esponja y, ahora sí, estaban buenísimas las pecheras. Logramos como un productivo de pecheras que íbamos colgando por ahí para que se secaran. Todo esto en un ambiente bastante agitado, paro no perder la costumbre. Es decir, volaban pecheras, esténciles, pinturas, esponjas y voces de: “¡Yo no tengo, a mí me falta....!” Creo que ese día pocos chicos se quedaron sin pechera. Eran más de 20 pibes. Pero los conflictos llegaron.... Parte del “núcleo duro” (Nico, Dai, Luciana & Cía.) empezaron a pelearse con algunas de las chicas, Brenda creo era una de ellas. Y salieron disparando con la letra de la canción. Antulio los corría y trataba de dialogar, mientras el resto de grupo observaba y tomaba la leche. Hablábamos sobre una posible solución del problema: No darle más importancia al asunto del que se merece, dejarlos que se vayan con la letra y ponernos a cantar. Cuando nos vieran cantando y jugando iban a acercarse solos. Parece gustarle muchos los desafíos a esos chicos. Y en eso son como nosotros... ¿No?



[1] Joda aparte, creo que no hubiéramos terminado de escribir la letra sobre el final del sábado y que las actividades que más esfuerzo intelectual requieren (porque escribir una canción no es nada fácil) hay que hacerlas primero. Pero se trata sólo de probar. Sabemos que el éxito de las actividades depende de muchísimos factores que va más allá de que los pibes estén o no cansados.

[2]¡¡¡ Otra joda...!!! (Aclaro para no herir sensibilidades y para salvarme de acusaciones sobre mi terca personalidad)

16 de mayo 2006

Por Antulio


Taller infantil Juanito Laguna.

Temprano estuvimos por la biblioteca. El día anterior habíamos quedado con los cumpas del movimiento que almorzaríamos con ellos, para después salir a dar una vuelta por el barrio, ir a la casa de los chicos, conversar con los adultos que viven con ellos/as. En la planificación del día anterior veíamos que teníamos dos deudas: por un lado esta de tejer una relación con quienes comparten el día a día con los chicos, y a su vez, terminar de redondear el grupo de chicos/as con el que queremos focalizar y centralizar el trabajo. El vueltín tuvo frutos porque logramos que un grupito de veinte, todos con alguna participación previa, pasen la tarde en el taller.

Estaría bueno acá poner la lista de los chicos/as.

La propuesta de la jornada era preparar una canción para el cumpleaños del club Villa Arguello, que lo van a festejar el domingo 21 de mayo. Participaríamos como taller infantil pero dentro de la estrategia general de la organización J. L y del MTD de volver a ganar un lugar en ese espacio comunitario. Eso es construir poder popular en el territorio, es decir, ir ganando consenso entre la gente del barrio, que vean lo que hacemos, que estuvo mal que en su momento nos hayan echado, que somos una organización, que nos referenciamos en el F.P.D.S; que queremos que las cosas se hagan de otra forma, que si nos cierran las puertas de las instituciones, en este caso el club, no nos vamos a quedar quietos, que somos hormiguitas como era el Pocho Leprati, y vamos a construir otros lugares para seguir haciendo lo que pensamos, pero que igual no resignamos esos lugares, sino que vemos antes en que condiciones podemos trabajar en ellos, que si podemos tener vos y voto sobre lo que allí sucede; que si mandan los que realmente laburan, si no hay cargos burocráticos, ni miserables jerquias, si se toma al club como un lugar del barrio, que responde a esa base, y no al municipio, y se tiene la vocación que sea un espacio desde donde organizarse para trasformar la historia... si eso sucede ahí estaremos... y quienes nos convocaron a participar del club sabían que pensábamos eso cuando fueron a buscarnos para dar una mano en levantarlo y librarlo de las garras de los rapiñeros de siempre, que son los mismos que en su momento nos echaron. Nada, una nota al pie que quedó en medio del párrafo.

Primer momento. La recepción de los chicos/as. El Juego.

Comenzamos con un juego que nos pasaron los cumpas de TyM la semana pasada en el encuentro de talleristas. Creo que lo llamaban Twister, pero nosotros lo nombramos tornado, o huracán, que es la traducción obviamente. Consistía en una superficie de cuadrados de colores, hechos con cartulina, donde los chicos iban a apoyar manos, codos, rodillas, o pieses, según surja de las indicaciones. Esta se daban por sorteo. Un grupito sacaba de una bolsa un papel: pie izquierdo; de otra bolsa, cartón rojo. Los participantes de esa vuelta, no más de cuatro, estiraban las diminutas extremidades a diestra, y siniestra, si era a la izquierda, como dice el ministro sheriff. Resumiendo vimos que el juego no funcionaba, o porque no la teníamos clara, o porque no era una buena idea; el redactor se inclina por la segunda.

Segundo momento. La presentación de la actividad y las consignas. A trabajar.

A toque de palmas largamos el cambio de rumbo, todos corrimos a biblioteca. El pulso del día sería a pura percusión, y golpes, musicales y de los otros, que también son “formas de expresión” del ánimo de los chicos/as.

En la mesa de tablón, que estaba armada afuera, volcamos todos los materiales que habíamos llevado para armar los instrumentos musicales: chapitas de cerveza, que recolectaron las Juanitas en la fiesta de la noche anterior, de la que no se veía ni un rastro en los semblantes, lo que habla muy bien de la responsabilidad, aunque la voz de la Colo sonaba algo áspera, y no pudo tirar en el ensayo final esos agudos que la caracterizan.

Vasos de plástico, arroz, alambre, cañas, tachos de plástico, serrucho... un montón de cosas había en la mesa, y aunque costó un poco algunos instrumentos armaron, sobre todo sonajeros y maracas, y porsupus bombos que hicieron sonar métricamente. Lo que realmente tuvo color musical y armónico fue la percusión sobre la biblioteca. No pudimos evitar la separación en bandos por género. Las niñas se amotinaron dentro de la biblio y los varoncitos afuera que no se resignaron a la indiferencia de ellas, e hicieron lo posible por mostrarse. Igualmente con el grupo de chicas pudimos, más o menos, practicar la canción que les propusimos. La letra de “Vienes y te vas” la copiamos en un papelógrafo, para que todas la vean, y acompañadas por la hermana de Manuela en guitarra y Antulio en su manejo excepcional de la quena, pudimos hacer que la canten. Originalmente la idea era que elijan una melodía conocida entre varias que íbamos a escuchar y que luego escriban una letra propia, pero eso no sucedió. En esto se ve la distancia entre la planificación y lo que sucede después en la práctica. A veces todo queda a medias, por no decir que eso es casi una regla, y no una excepción.

Así llegamos al momento de juntarlos a todos y tocar la canción con los instrumentos hechos por ellos. En dos vueltas del tema se desató el enfrentamiento entre los bandos que marcaron la dinámica de la tarde. Riñas, agresiones verbales y batalla de arena hicieron imposible seguir.

Tercer momento. La merienda, un momento oportuno para el diálogo.

Largamos la merienda para bajar los decibeles, las chicas tomaron la leche adentro del galpón y los chicos afuera. Quisimos mediar en el conflicto apelando al diálogo, y promoviendo las disculpas entre las partes. Otra vez el debate de los límites, la extorsión de de los adultos que nos hacemos los ofendidos y decimos que así nos vamos, y todos volvemos a nuestras casas, etc. Lo de siempre. Logramos una tregua y propusimos un ensayo general final. Algo salió pero costó que se engancharan todos, habían pasado muchas cosas como para pedir un cierre a toda orquesta. La música es el lenguaje universal por excelencia, que suele producir situaciones de comunicación increíbles, pero hay otros factores que condicionan la magia del arte, cuales son, aunque algunos caen de maduros, es lo que hay que empezar a descifrar.