14 sept 2008

22 de julio de 2006

Por Josefina

Crónica taller infantil

Visita a barrio obrero.

Alrededor de las 12:30 hs empezamos a llegar a la biblio, el día era fabuloso a pesar de los pronósticos de lluvia, el sol y el calorcito hacían que parezca un día de primavera.

Rocio ya había acomodado los juegos que los chicos habían hecho el sábado anterior para llevar a barrio obrero.

Cuando ya éramos varios salimos a buscar a los chicos y a pedir los permisos de sus padres para salir de paseo, en la biblioteca se quedaron la Colo y Eduardo a esperar a los que llegaran.

Nos dividimos, Nico, la Chiru y yo (Jose) fuimos por un lado y Ro por otro. La recorrida tuvo éxito, excepto los que jugaban al fútbol (Nico, Agustín y Lautaro) vinieron casi todos y los padres no pusieron palos en la rueda con respecto a los permisos (no sabemos si porque nos tienen confianza o por qué?).

Mientras caminábamos por las calles del barrio, apareció el micro por la 128. Las caras de todos se iluminaron, algunos preguntaron si ese era el micro que nos iba a llevar y cuando les dijimos que creíamos que sí, fueron corriendo para subirse y llenar de preguntas al chofer.

Los que quedamos seguimos en la búsqueda de los que faltaban, algunos estaban en el comedor, otros habían ido a sus casas a cambiarse para la gran salida. Cuando estábamos todos fuimos hasta el micro, un par se subieron y ya empezaron a cantar…y entre cánticos como “chofer, chofer apure…” y “bariló, bariló nos vamo a bariló…”, esperamos la plata para pagar el transporte. La plata se demoraba y la cara del chofer empeoraba minuto a minuto. Nosotros empezamos a ponernos nerviosos y los chicos que todo lo perciben, lo percibieron. Carla nos preguntaba cuanto nos salía el micro y nos contaba que a ella una vez la habían llevado a no se dónde gratis, de onda…Yo le decía que de onda no podía ser… y ella me decía que era de onda y no dejaba lugar a dudas.

Los chicos estaban todos arriba del micro gritando a más no poder, y cuando se enteraron que Antulio no venía, empezaron a gritar “que venga Antucho” “que venga Antucho”… y Antulio que se moría de ganas de venir se decidió a postergar otro compromiso que tenía para venirse con nosotros.

Cuando llegó el dinero (que lamentablemente todavía decide muchas cosas) salimos.

Estábamos Ro, la Colo, Nico, Mer, la Chiru, Antulio, leo, Eduardo, Florencia, Eliana y yo (Jose). En el camino sonó “la cachila” y “el a ver a ver como mueve la colita” que nos hizo mover la colita a todos.

Para estar a la altura de las circunstancias Daiana nos pintó la boca a las chicas, las coqueterías (como dice la Colo) no faltaron.

Los chicos se portaron muy bien, hubo pocas cabezas saliendo por las ventanas y el micro quedó intacto.

Para cuando llegamos ya habíamos hecho una lista para no perder a nadie a lo largo de la jornada.

Nos bajamos del micro alrededor de las tres de la tarde y quedamos con el chofer que nos pasara a buscar a las 18:30.

Los chicos rápidamente empezaron con el reconocimiento del lugar. Afuera distribuimos los juegos y el teatro de títeres. Adentro comenzó el taller de títeres, con bolsitas de papel, cartulinas, afiches, telas y lanitas los chicos construyeron unos títeres increíbles, la creación de distintos personajes duro como dos horas, estuvo buenísimo porque se ayudaban entre todos y compartían todos los materiales. Los pibes de barrio obrero se re-prendieron, Ariel y Sasha enseñaban a otros técnicas y compartían la construcción de títeres ajenos.

Afuera estaban los más revoltosos, con los juegos al aire libre. El ponerle la cola al chancho no tuvo mucho éxito, después de dos o tres puestas de cola quedó abandonado a un costado. En las orugas gigantes se prendieron grandes y chicos, la buena cooperación no pudo impedir las caídas de las cuales resultaron muchas risas.

Los títeres adentro se seguían creando y recreando y empezaron a sonar las demandas de comida de algunos que como salimos muy temprano no habíamos comido, así que largamos la primer ronda de leche. Los que no estaban jugando al cuerpo a tierra otro juego que también tuvo éxito, tomaron leche con tortas fritas mmm ¡ riquísimas!

En la repartida de tortas fritas, pude ver los preparativos para la pintada del mural, Leo y Eduardo ya habían plasmado en la pared toda su creatividad y se preparaban para empezar a ponerle color…

Eduardo (el titiritero) se preparaba para deleitarnos con sus historias…los chicos reclamaban otra vuelta de leche y ya circulaban varios mates entre ellos el que cebaban Luciana y Candela que se veían re-cancheras!!! con el termos bajo el brazo.

Listos todos alrededor del teatro se largaron los títeres, las historias despertaron risas, gritos, aplausos y algunos reclamos por falta de estrenos.

Al término de los títeres, cantamos la localista canción “villa argüello” que incitó recelos en los pibes de barrio obrero. Las rivalidades se acrecentaron con el paso de los minutos, nosotros rogábamos que venga el micro ya que avizorábamos piedras y por qué no golpes!!! Golpes no hubo, pero creo que sí alguna piedra y muchos cantos (entre ellos el de ¡piqueteros carajo!) y corridas, los bandos se organizaban para la pelea…

Para calmar las aguas decidimos repartir los presentes que habíamos llevado a los chicos de barrio obrero, unos panes de colores, hornos, panes galleta, gorros de panaderos y otras cosas hechas con arcilla. Fue difícil convencer a los chicos para que le dieran regalos a sus rivales (los de barrio agujero cono decía Carla) pero se pudo. A cambio recibieron unos hermosos globos que habían preparado los anfitriones.

Después de los regalos siguió la barricada hasta que por fin apareció el monstruo naranja (lo digo por el micro y también por el chofer).

Rápidamente nos subimos al micro y emprendimos la vuelta a casa, el regreso fue súper tranquilo. Los comentarios de la jornada eran todos positivos. Llegamos muy de noche y los chicos arrancaron para sus casas acompañados por la Colo y Gonzalo. El resto nos fuimos para la biblioteca. Cuando volvieron Gonza y la Colo nos fuimos todos juntos charlando…

La jornada estuvo muy buena, no tuvimos ningún percance y todos la pasamos joya…las peleas que hubo son los conflictos propios de cualquier situación. Es increíble la facilidad que tienen los chicos para integrarse y también para organizarse cuando encuentran un enemigo común. Una vez más pudimos ver que hay un grupo del cual todos nos sentimos parte.

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